Tijuana.- Erika tiene dos meses viviendo en el campamento migrante instalado en El Chaparral. No es fácil la vida en ese lugar para una mujer que viaja con cuatro menores de edad, dos hijos y dos hermanos, como tampoco lo fue dejar en su natal Honduras a sus otros dos hijos.
Ella fue una de las personas vacunadas contra el COVID-19 la mañana de este martes, y aunque no tiene la certeza de dónde estará cuando le toque recibir la segunda dosis, por lo menos ya se siente más protegida contra la enfermedad.
Recordó que hace unas semanas, una mujer falleció en el campamento, dejando a cuatro hijos pequeños y a su esposo. La versión que corrió entre las casas de campaña hechizas es que pudo haber sido por COVID.
“Aquí en el campamento murió, no se sabe si murió de COVID, era de Honduras, pero anduvieron pidiendo colecta para llevarla y quemarla”.
Eso le dio vueltas por la cabeza durante muchos días, ¿qué tal si fallecía lejos de su país?, pues es quien cuida de sus hijos y de sus hermanos en este trayecto.
Por eso decidió acercarse al módulo de vacunación y aceptar la primera dosis de Pfizer.
“Tenía miedo, porque decían que la vacuna no era para el COVID y que era para que la gente se muriera”, comentó mientras permanecía en el punto de observación, “estaba un poquito nerviosa, pero ya me siento bien”.
La mujer migrante platicó a PUNTO NORTE que en Honduras no podían quedarse, debido al acecho de la violencia.
“Ya me mataron tres hermanos en Honduras, entonces me vine con mis otros dos hermanos, para salvarles la vida a ellos”.
El COVID-19 hizo todo más complicado, porque no solo hay que cuidarse de los peligros en el camino, sino de no contagiarse.
Reconoció que en El Chaparral viven entre incertidumbre, porque no saben si les darán el asilo político en Estados Unidos y son recurrentes los problemas de convivencia.
“Aquí hay mucho problema, uno tiene que cuidarse, apartarse de la demás gente, porque no todos andan bien aquí, hay personas más malas”.
Sus hijos tienen uno y cinco años de edad. Sus hermanos 14 y 17, de quienes trata de no separarse.
El secretario de Salud en el Estado, Alonso Pérez Rico, indicó que en el campamento han detectado casos de COVID y otra serie de enfermedades infecto-contagiosas durante la pandemia.
No dudó que algunas personas con cuadro asociado a COVID hayan evitado decirlo, para que no los obligaran a retirarse de El Chaparral, pues perderían su lugar.
“Hay personas que, seguramente, aquí mismo han tenido la enfermedad sintomática y aquí se quedaron, esa es la realidad, como ha sucedido en otras partes”.
El protocolo de la Secretaría de Salud del Estado para los casos confirmados y sintomáticos en dicho campamento, es trasladar a los pacientes al Hospital General, donde algunos han permanecido mientras pasa la fase activa.
Otros han sido canalizados a albergues, de donde se van cuando ya no pueden contagiar.
“Lo que menos queríamos hacer es propiciar cadenas de transmisión”, explicó.
De acuerdo con autoridades municipales, uno de los censos arrojó que en El Chaparral se concentran alrededor de dos mil 500 personas, pero la cifra es fluctuante.
Desde el 25 de junio, tras la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador al municipio de Tecate, en donde aseguró que estaba por darse la reapertura de la frontera, se confirmó que llevarían a cabo la reubicación de los migrantes al centro integrador Carmen Serdán, pero esto no ha sucedido.
Sin embargo, autoridades de los tres órdenes de gobierno han coincidido en que es algo que eventualmente tiene que suceder, para despejar el paso hacia la garita peatonal de El Chaparral.