La respuesta a Román.
Un día después de haberse publicado una investigación periodística titulada: “Román Cota compró casa de 3.5 millones”, la cual detalla una adquisición poco transparente en tiempos de campaña electoral, el presidente municipal de Tecate dedicó más de 20 minutos de su conferencia de prensa para intentar justificar la compra y desacreditar a Punto Norte, al director del medio y al reportaje.
La investigación, firmada por el periodista Isaí Lara Bermúdez, se sustentó en la búsqueda de expedientes, documentos notariales, registros públicos, entrevistas y trabajo de campo. Todos los datos son verificables. Todos los hechos están respaldados.
En lugar de responder con hechos que aclaren las sospechas sobre su patrimonio y la falta de transparencia en la compra, o bien, que aportara información para despejar las dudas sobre la procedencia de los recursos, Cota optó por lanzar opiniones y descalificaciones personales, acusando al reportaje y a su autor de “amarillista”, de “tendencioso”, hecho “con dolo” y carente de “credibilidad”.
“Sí se la voló Isaí”, dijo desde su micrófono, en referencia directa al director de este medio, comparando el reportaje con un “guion de novela”.
Además, Cota calificó como “sospechoso” el trabajo publicado y utilizó una batería de adjetivos para referirse al medio, al reportaje y a su autor: lo llamó “injusto”, “sin objetividad”, “con información desactualizada”, “no claro”, “forzado”, “descontextualizado”, “innecesario”, “opaco”, “desarticulado” y “con mensaje” oculto.
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Pero lo fundamental no ocurrió: Román no pudo desmentir ni un solo dato del reportaje.
No refutó el monto de la compra, ni la fecha de la escritura, ni el tamaño del terreno, ni las remodelaciones que actualmente está realizando. No explicó cómo pagó casi 600 mil pesos en efectivo en plena campaña ni desmintió la participación del exadministrador de la aduana en la operación.
Nada. No desmintió nada.
En cambio, eligió el camino de la descalificación, de la autovictimización, las anécdotas y el discurso emocional.
Repitió varias veces frases como “no hay nada ilegal” y “no hay nada que ocultar”. Pero no bastó.
Vayamos por partes: el reportaje fue publicado el 27 de marzo y documentó la compra de una casa construida sobre un terreno de casi 500 metros cuadrados, valuada en 4 millones 480 mil pesos, pero adquirida por Cota en 3 millones y medio, de acuerdo con documentos oficiales.
La firma de la escritura ocurrió pocos días después de haber iniciado su campaña electoral por la presidencia municipal de Tecate con el partido Morena, en un momento en el que ya no tenía ingresos económicos.
El reportaje también contextualiza que la compraventa se formalizó semanas después de que Cota renunciara al PRI, partido en el que militó toda su vida adulta, para sumarse a Morena. Este cambio le acarreó críticas públicas y señalamientos de traición política y de ser el inmerecido para una candidatura del partido que combatió por años.
El día de la adquisición, en medio de actividades de campaña, Román Cota pagó 586 mil pesos en efectivo. Eran fechas de alta exposición mediática donde se sabe del manejo ilegal del efectivo para burlar la fiscalización, de aportaciones electorales y de diferentes procedencias.
Fueron momentos de escrutinio, lo eran entonces y lo siguen siendo. Román es una figura política de interés público, y su patrimonio, por ley y por ética, debe ser transparente.
En ese contexto electoral, este tipo de adquisiciones no son solo un escándalo, sino un ejercicio mínimo de rendición de cuentas, el fondo del reportaje, es sin duda un tema legítimo de investigación y debate público.
Durante su conferencia ayer 27 de marzo, Cota afirmó que la compra fue financiada con un crédito bancario. Sin embargo, eso ya se había dicho en el reportaje. Confirmó que pagó casi 600 mil pesos en efectivo, que firmó la escritura en campaña y que ya está haciendo remodelaciones en su nueva propiedad.
Defendió su estilo de vida y se exculpó de acusaciones que nunca aparecieron en el reportaje: aseguró que no posee autos de lujo, joyas, ni cuentas millonarias. Nadie lo acusó de eso, pero él se defendió como si lo hubieran hecho.
También intentó desacreditar el dato incluido en el reportaje de que sus únicos ingresos económicos, durante su vida adulta es decir, desde los 18 años, provienen del erario público, pues nunca ha tenido una actividad empresarial o profesional fuera del gobierno.
Aseguró que ese dato era incorrecto porque a los 15 años vendía paletas:
“Mi primer trabajo fue vendiendo paletas y aguas frescas en el Swap Meet del Parque Los Encinos, después estuve trabajando, dando clases de tenis, después trabajé en el Cinépolis de aquí de Tecate Comercial, es decir, yo toda mi vida he trabajado, yo toda mi vida me he ganado la vida de una forma honesta…”
El presidente se pronunció muy respetuoso de la libertad de expresión, pero de Punto Norte y el reportaje dijo: “una cosa es el ejercicio profesional y otra cosa es el amarillismo… condeno las notas con mensaje y tendenciosas… es una nota muy tendenciosa y aquí viene con mensajes, viene con dolo”.
Román tiene derecho a expresar su inconformidad pero el uso de calificativos para desacreditar un reportaje no equivale a probar su falsedad y no logra entender que el escrutinio a su figura pública es tarea del periodismo, al que descalifica.
Lo preocupante no es la crítica y sus adjetivos, sino que un presidente municipal no distinga entre rendir cuentas y el ataque personal. La transparencia no se defiende con discursos, sino con documentos. Y el periodismo no se desacredita con adjetivos, sino con hechos.
La conferencia de Román Cota, puedes verla aquí
Román dejó de lado cualquier defensa técnica. No explicó de dónde salieron los cientos de miles de pesos en efectivo ni cómo está pagando su hipoteca con un sueldo mensual de 61 mil pesos. Las cuentas no salen, y él no quiso —o no pudo— demostrar lo contrario.
No bastó con decir que vendió dulces a los 15 años, que trabajó en Cinépolis siendo menor en vacaciones, que no es millonario y que ha ahorrado “toda su vida”.
Román eligió refugiarse en el discurso emocional: las anécdotas personales, las referencias a su familia y el juramento de que es inocente. Faltaron las pruebas, las cuentas claras, los datos duros. Faltó lo más importante: explicar cómo compró, cómo paga y cómo vive.
La adquisición de su casa por varios millones de pesos sigue —y seguirá— marcada por la sospecha, mientras Román Cota descalifique pero no explique, acuse pero no aclare, hable pero no compruebe.
Cuando un político no puede explicar lo evidente, solo le queda disfrazarse de víctima y quejarse de que lo persiguen.
Fundador de Punto Norte en 2019. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Baja California (Campus Tijuana). 12 años como periodista de investigación, editor y columnista en temas de transparencia, seguridad pública, administración pública y gobierno. Asistente de investigación en el Colegio de la Frontera Norte. Editor de Zoom Político y de la columna Cuentahiloz en Semanario Zeta. Sus reportajes se publicaron en Proceso, Aristegui Noticias, Reporte Índigo, Por Esto, entre otros. Formó parte del equipo de investigación en Southern Pulse de Washington, D.C. Premio al Periodismo de la Cumbre Fronteriza 2020 (San Diego, California).