Tijuana.- Luego de 33 años utilizando al Partido del Trabajo como una plataforma para su beneficio personal y familiar, Julio César Vázquez Castillo abandonó el partido que él mismo dirigió durante décadas para sumarse a MORENA, acompañado de su hija, su esposa y su ex pareja sentimental, dos de quienes han ocupado cargos públicos al mismo tiempo que él.
El tres veces diputado (y otras dos veces regidor) formalizó su afiliación a Morena hoy martes 10 de junio, acompañado de un séquito de operadores que se han reciclado una y otra vez en puestos de la administración pública de medio pelo gracias al control que Vázquez Castillo ejercía sobre el PT en Baja California.
El brinco político comenzó el sábado 7 de junio durante el festejo del aniversario de la colonia 10 de Mayo, que él mismo se atribuye haber “fundado” y donde cada año organiza una verbena popular para regalar tacos, fritangas, paseos en juegos mecánicos y hasta la quema de un enorme castillo de pirotecnia, a pesar de que el uso de fuegos artificiales está prohibido y sancionado.
El festejo con música y circo en la colonia popular el fin de semana fue utilizado una vez más para fotografiar a los pobladores de escasos recursos y presumir el “poder de convocatoria” que posee el ex dirigente del Partido del Trabajo en la Zona Este.
En esa fiesta, ante una multitud alimentada y entretenida, Julio César anunció en el micrófono su renuncia al PT, como si se tratara de un acto heroico, y prometió unirse a MORENA porque, según dijo, “ahí sí nos quieren así de pobres como somos”.
Contrario a su curioso discurso, el ex diputado se exhibe en sus redes sociales con ropa de marca, lentes costosos y lujos que ha costeado gracias a su paso por la política en Baja California.
Pero no fue sino hasta hoy cuando formalizó su afiliación en las oficinas estatales de MORENA, arropado por la “invisible” dirigencia estatal.
La presidenta del Comité Ejecutivo Estatal del partido guinda, Rosina del Villa celebró su adhesión como si se tratara de una figura de peso moral, y no del político símbolo del nepotismo, el clientelismo y la cultura del reciclaje que tanto daño han hecho a la “izquierda” en Baja California.
Julio César Vázquez no sólo fue durante décadas el operador absoluto del PT en el estado (al lado de sus socios José Cañada, Armando Reyes y la hoy alcaldesa de Ensenada, la también ex petista convertida en morenista, Claudia Agatón), sino que convirtió al partido en su feudo.
Desde que lo encabezó en 1991, usó las siglas para impulsarse en cinco cargos públicos: dos regidurías y tres diputaciones locales, acumulando más de 15 años de sueldos públicos, nada mal para alguien que lo más que ha estudiado, según su propio currículum, es la preparatoria, la cual terminó apenas en 2004, a sus 35 años.
Pero no se conformó con vivir él del presupuesto. Su hija, Mónica Vázquez, se convirtió regidora del Ayuntamiento de Tijuana, de 2021 a 2024, como parte de la planilla de la ex alcaldesa Montserrat Caballero.
Antes eso, se promovió como candidata a diputada federal del PT en 2015 y, actualmente, ocupa una dirección de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Tijuana (CESPT), que dirige el ex priista Jesús García Castro.
Por cierto, Mónica, al igual que su padre, únicamente llegó hasta la preparatoria en su carrera académica, pero eso no evitó que en el PT de papá consiguiera candidatura, una plaza de “asistente” en una delegación municipal en 2019 y la regiduría en Tijuana con sueldo por encima de los 75 mil pesos mensuales.
No obstante, el hambre de Julio César no iba a detenerse en esos años de gloria cuando manejaba al partido “de los trabajadores”, pues su ex novia, 25 años menor que él, Tania Guerrero, fue candidata a diputada federal, delegada municipal de La Presa y sigue formando parte del mismo círculo de confianza que Vázquez.
En 2021, Punto Norte documentó cómo Julio César repartió candidaturas entre su hija, su ya entonces ex pareja y él mismo, convirtiendo al PT en una especie de negocio familiar.
A pesar de los señalamientos públicos por nepotismo, el entonces diputado defendió sus decisiones diciendo que eran mujeres “con méritos”, cuando también compartían su cercanía con él y los beneficios de esto.
Ese mismo año, su hijo menor de edad protagonizó una persecución policial tras ser sorprendido manejando un vehículo deportivo, acompañado por su novia de 14 años. El incidente fue minimizado desde las estructuras de poder que Julio César aún controlaba en ese momento y se intentó encubrir el escándalo.
Al quedar fuera de la repartición de candidaturas en 2024, tras la llegada de Jaime Bonilla a la dirigencia estatal del PT, Vázquez Castillo cambió de discurso. En abril juró lealtad total al exgobernador y le ofreció “todo su respaldo”.
Semanas después, al ver que no obtuvo ninguna candidatura, Julio renegó del partido que dirigió durante tres décadas, acusando una “traición” y culpando a los nuevos operadores bonillistas de “darle mala información” a Alberto Anaya, el presidente nacional del partido, quien sucumbió ante la generosa seducción económica y política del ex gobernador.
Este fin de semana, en un gesto de cinismo, Julio César invitó a sus seguidores a sumarse a MORENA porque ahí —dijo textualmente— “sí nos aceptan jodidos, desarrapados, de una colonia humilde”. Como si el oportunismo político pudiera disfrazarse de dignidad.
Y mientras el acto populista del 7 de junio fue su plataforma para simular una “marea” de respaldo con tortas, tacos y fuegos artificiales, el evento de este martes sirvió para institucionalizar su llegada al partido en el poder.
Con él se sumaron regidores reciclados, ex delegadas, técnicos de CECYTE, ex secretarias, y asesores legislativos, todos cobijados por su red clientelar. Y sí, ahí a su lado, en las oficinas de Morena, su esposa, su ex pareja, su hija y sus operadores de siempre, convertidos ahora en nuevos “obradoristas”.
Por otro lado, también resulta curiosamente revelador que la dirigencia estatal de MORENA no sólo aceptó su adhesión sin cuestionamientos, sino que la celebró como una “aportación valiosa”.
Rosina Del Villar lo describió como alguien con “larga trayectoria en el movimiento obradorista”, ignorando que Vázquez ha respaldado al PRI desde el PT, al Panal, a Bonilla cuando fue crítico de López Obrador, que vivió del partido durante décadas y que ahora salta a MORENA como su siguiente botín.
La historia de Julio César no es la de un luchador social, como la intenta vender. Es la historia de un político que ha hecho carrera traficando influencias y alimentando su propio poder mediante la pobreza ajena. Sus eventos no son muestras de liderazgo, son montajes con comida gratis.
Julio César Vázquez no representa a la izquierda, ni a la transformación, ni a la honestidad. Representa la continuidad del viejo sistema, en el que los partidos son franquicias y los cargos, herencias.