Guardia Nacional asesina migrantes en Tijuana

REPORTAJE ESPECIAL

Tijuana.- Un pequeño grupo de migrantes se aventura a “brincar” el muro que divide a México de Estados Unidos en la zona montañosa de Tijuana. Llevan horas en el área, estudiando el momento adecuado. Una vez caída la noche, son alcanzados por agentes de la Guardia Nacional, quienes les abren fuego sin razón alguna.

Un joven migrante de 23 años recibió un impacto en la espalda, logrando sobrevivir al esconderse de las lámparas y de las balas de militares.

El grupo de migrantes se dispersó tras ser atacado. Un amigo y paisano del joven herido fue localizado al día siguiente cerca de donde fue el ataque, pero muerto. Tenía heridas de bala y con gran parte de su cuerpo quemado: los agentes de la Guardia Nacional intentaron prenderle fuego para calcinarlo.

El grupo de migrantes venía huyendo de la violencia del narco y la pobreza en un pequeño pueblo de Chihuahua, donde la siembra y cosecha de amapola es la única actividad económica que hace sobrevivir en la miseria a su gente.

Estos jóvenes migraron al norte, a Tijuana, con el sueño de una mejor vida, alejada de la pelea entre grupos del crimen organizado que disputan el lugar donde nacieron, y se toparon con el muro de la frontera y el homicidio del Estado.

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Este caso, ocurrido en la primera mitad de diciembre de 2023, no ha sido publicado por ningún medio de comunicación, ni fue hecho público por ninguna organización civil. Este es un reportaje de investigación, que busca revelar la persecución y la violencia que ejerce el brazo armado del gobierno federal, el que lleva en su escudo las palabras “Justicia y Paz”, pero en Baja California ha traído muerte, robo e impunidad.

PUNTO NORTE obtuvo los testimonios de uno de los sobrevivientes, así como de los familiares del joven migrante asesinado.

Quien sobrevivió detalla lo vivido aquella noche en que la Guardia Nacional les abrió fuego por la espalda, por el siempre hecho de intentar cruzar la frontera hacia Estados Unidos.

Estos hechos ocurrieron hace días en una ciudad con uno de los flujos migratorios más importantes del mundo, y en una pequeña zona montañosa que patrulla la Guardia Nacional, en donde se han encontrado más de 15 cuerpos de migrantes en los últimos meses.

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Buscando una mejor vida

De nacionalidad mexicana, los jóvenes que cruzarían a California, Estados Unidos, de manera indocumentada, el miércoles 7 de diciembre de 2023 se acercaron a pie a la zona montañosa en la Zona Este de la ciudad, caminaron varios kilómetros del área de la caseta de cobro de la autopista Tijuana-Tecate.

En el grupo iban Javier y Francisco, de 23 y 24 años. Los dos habían llegado a la frontera en los primeros meses del año en búsqueda de una mejor vida. La intención de ambos era cruzar al país del norte para conseguir un trabajo mejor pagado, para eso iban a cruzar la frontera, al norte, en donde los esperarían familiares resididos también de manera ilegal.

Francisco llevaba su teléfono celular y en el trayecto hacia el límite con Estados Unidos, hizo un par de llamadas apenas oscureció. También llamó a su esposa, con quien vivía en una casa de renta en Tijuana junto a su pequeña hija.

En la llamada telefónica, como eso de las seis de la tarde, Francisco le avisó a su mujer que iba con Javier y otros migrantes en el área del cerro y que estaban caminando hacia el muro.

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Francisco y Javier nacieron y se criaron en Baborigame, una alejada localidad del municipio de Guadalupe y Calvo, en el estado de Chihuahua.

Baborigame es un pequeño pueblo en el corazón del Triángulo Dorado, con no más de tres mil residentes. En las últimas décadas, su principal actividad económica ha sido el cultivo de amapola y marihuana en la sierra de Chihuahua.

El poderío del narco en aquel pueblo ha generado despojos de campesinos para apropiarse de tierras y agua, violencia extrema, pobreza, pocas oportunidades. Decenas de familias han sido desplazadas en los últimos años.

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Francisco y Javier huyeron de su lugar de nacimiento, repartían garrafones de agua en una colonia aledaña al bulevar 2000 en Tijuana. Tenían sólo unos meses de haber llegado a la frontera, en donde finalmente serían perseguidos por los elementos militares del gobierno federal.

La última llamada

Minutos antes de ser atacados a balazos, el celular de Francisco registró una última llamada. Antes de las diez de la noche, se comunicó de nuevo con su esposa. Francisco estaba agitado, pero le comentó que iban corriendo en el cerro. Estaban intentando alejarse de elementos de la Guardia Nacional, quienes dejaron sus patrullas a la orilla de la carretera y se adentraron al terreno agreste caminando.

Antes de colgar con su mujer, Francisco le dijo que le volvería a marcar pronto. Pasó una hora y el joven seguía sin comunicarse, por lo que ella comenzó a llamarle algunas veces. Para ese entonces, su “gordo”, como le decía de cariño, muy posiblemente ya está muerto.

La mujer insistió en llamadas al celular de Francisco. Las primeras veces, sí entraban, pero nadie contestaba. Después, el celular fue apagado.

La esposa del joven migrante se quedó esperando toda la noche la llamada que nunca llegaría.

Disparos por la espalda

Cuando fueron atacados a balazos, los migrantes corrieron en varias direcciones, pero reconocieron a sus agresores por los uniformes y por las patrullas blancas en las que iban.

Javier corrió entre el cerro, pero escuchó los estruendos de las armas y luego sintió un fuerte dolor a la altura del hombro derecho. Los agentes le habían disparado por la espalda, desarmado, corriendo. Javier ya no volvió a ver a sus compañeros migrantes ni a su amigo Francisco.

Los disparos que realizaron los agentes de la Guardia Nacional no fueron reportados. Ellos no alertaron de ningún enfrentamiento ni ataque ni persecución y dado que no existen viviendas ni actividad humana a kilómetros a la redonda, las autoridades no tienen registrado algún incidente ese día y a esa hora.

Aun sangrando del brazo izquierdo, y tras pasar toda la noche herido y escondido, el joven de 23 años cuenta que, tras los disparos, ya no volvió a ver a sus compañeros migrantes ni a su amigo Francisco.

Tras ser herido, el joven se escondió entre unas piedras y matorrales desde donde pudo ver y escuchar a los militares de la Guardia Nacional en el área y esperó a que se fueran. No se movió durante horas por temor a ser rematado.

Al amanecer, es decir, la mañana del 8 de diciembre de 2023, con trabajo para moverse, Francisco caminó más de seis kilómetros en la accidentada zona hasta llegar a la colonia Altiplano, en la calle Rincón del Oro, frente a los abarrotes ‘El Morro’, encontró a vecinos, a quienes les contó lo sucedido y les pidió ayuda.

Quienes lo auxiliaron llamaron al número de emergencia, quedando registrado hasta ese momento el incidente de manera oficial. Al lugar llegaron policías municipales, paramédicos y agentes de la Fiscalía General del Estado (FGE).

“Fueron los de la Guardia, los miré yo”

Javier fue llevado en una ambulancia de la Cruz Roja al Hospital General de Tijuana ese mismo día, luego fue dado de alta y desde entonces utiliza un inmovilizador de brazo y hombro.

El joven no tuvo duda de quienes fueron quienes les dispararon a él y al grupo de migrantes:

– Fueron los de la Guardia, los miré yo, cuando tiraron ellos… porque me agarraron cerquita- narra.

Francisco da una idea en donde ocurrieron los hechos:

–En donde termina el muro, explica.

El punto al cual hace referencia es a la altura del kilómetro 142 de la autopista de Tecate con dirección a Tijuana, a unos seis kilómetros antes de llegar a la caseta de cobro.

En ese punto de la carretera, a unos dos kilómetros hacia el norte (sin acceso a vehículos), el muro que divide México de Estados Unidos y que principia en Playas de Tijuana se interrumpe a lo largo de doce kilómetros hasta Tecate, a espaldas de Rancho la Puerta.

Dicho lugar es una zona de alta actividad migratoria, la cual es patrullado por agentes de la Guardia Nacional desde haces meses, cuando se intensificó la política del gobierno federal de frenar y perseguir a la población migrante para que no logre su cometido de llegar a Estados Unidos.

Dicha política del gobierno lopezobradorista ha desplegado a cientos de elementos militares y de la Guardia Nacional a custodiar la frontera en las zonas agrestes y urbanas.

En esa misma zona, se han registrado multihomicidios de migrantes en los últimos meses, sin que a la fecha se haya detenido a los responsables.

Para los usuarios de la autopista Tecate-Tijuana es común observar las patrullas de la Guardia Nacional al lado de la carretera justo en esa área que es utilizada por los migrantes ante la falta de muro:

–Ya ve que tienen sus camionetas abajo, en la carretera-, recuerda Javier.

El día que el joven es atendido por paramédicos y policías, da una explicación de por qué hasta el día siguiente es cuando pide ayuda.

-Ya no podía salir (del cerro), no podía moverme desde ayer, apenas voy saliendo de allá-.

El cuerpo

El día en que Javier fue llevado al hospital, logró comunicarse vía telefónica con el padre de Francisco. Le dijo lo sucedido, le explicó que no supo de él desde la noche anterior cuando fueron perseguidos y atacados por la Guardia Nacional y le dio referencia del lugar.

Al día siguiente, es decir, el 9 de diciembre, el padre y el hermano de Francisco fueron a recorrer la zona en donde el grupo de migrantes fue atacado. Tras varias horas de búsqueda, encontraron su cuerpo tirado cerca del lugar.

El cadáver de Francisco tenía varios signos de violencia, una gran herida de bala también por la espalda cerca de la axila.

Quizás para intentar ocultar –inútilmente– las lesiones de muerte, los asesinos le prendieron fuego en la parte de la herida de bala, logrando quemar parte del brazo, hombro, cuello, un lado de la cara y cabeza, la espalda y un costado.

La víctima no tenía zapatos, ni pertenencias, su celular no fue encontrado. Sus ropas estaban quemadas.

Su padre y hermano envolvieron el cuerpo del joven en unas cobijas y caminaron con él por la zona agreste hasta llevarlo a la orilla de la carretera, en donde llamaron al número de emergencias a eso de las 11:30 de la mañana.

Los primeros en llegar, tras el reporte de la familia–irónicamente– fueron los miembros de la Guardia Nacional asignados a la zona, a bordo de las patrullas 21747 y de la 21646.

Uno de ellos se presentó como el agente Agustín Duarte Cepeda, quien iba a cargo de los uniformados, acompañado de José Roberto Labie Llamas.

A la llegada de los elementos de la Fiscalía General del Estado y paramédicos que prestan sus servicios a la autopista, los familiares ya no se encontraban, sólo la Guardia Nacional resguardando el cuerpo.

Se desconoce por qué el padre de Francisco y su hermano se retiraron o si la Guardia Nacional los corrió de la escena. En el reporte oficial, no quedó registrado que el cuerpo del joven fue rescatado por familiares, no hubo entrevistas en ese momento, ni datos para investigar, de hecho, el cadáver ingresó al sistema como “sin identificar”.

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Fundador de Punto Norte en 2019. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Baja California (Campus Tijuana). 12 años como periodista de investigación, editor y columnista en temas de transparencia, seguridad pública, administración pública y gobierno. Asistente de investigación en el Colegio de la Frontera Norte. Editor de Zoom Político y de la columna Cuentahiloz en Semanario Zeta. Sus reportajes se publicaron en Proceso, Aristegui Noticias, Reporte Índigo, Por Esto, entre otros. Formó parte del equipo de investigación en Southern Pulse de Washington, D.C. Premio al Periodismo de la Cumbre Fronteriza 2020 (San Diego, California).